La clásica del Caucete Pedal Club cambió de dueño en los ocho kilómetros finales.
Con un ataque realizado faltando poco más de una vuelta, Emiliano Ibarra consiguió socavar los cimientos de la victoria que intentaba construir la Agrupación Virgen de Fátima. El ciclista de Forjar Salud, que estaba a 7 segundos de Alvarez, salió a quemar las naves armando un desparramo que terminó de manera favorable a sus pretensiones.
La tarde de cierre, de la clásica competencia por etapas del Caucete Pedal Club, pintaba tranquila. Habían existido durante el tramo desde la Difunta Correa hasta el casco urbano del centro departamental y durante los casi cinco giros dados al circuito, algunas escaramuzas que habían sido repelidas por el elenco que tenía al malla líder.
Sin embargo, el hombre que en la tarde de ayer pegó el primer palo, porque fue quien rompió la armonía al salir de la Difunta Correa, fue quien consiguió cambiar la historia. Demostrando una gran determinación se abrió del pelotón e ingresó sólo al penúltimo paso por la Diagonal Sarmiento. Se quedó con la última pasada especial y empujado por su convicción y corazón de pedalero guapo agachó la cabeza y le dio y le dio hasta que las distancias con el grupo se estiraron a una veintena de segundos. El golpe fue dado en un momento certero y llama la atención que los piqueteros fuesen sorprendidos en un momento en el que ellos deberían haber sido quienes impusieran el ritmo a la cabeza del pelotón.
Luego de la sorpresa inicial, los compañeros de Alvarez cerraron filas e iniciaron una persecución que se había achicado a 8 segundos, pero que se truncó cuando, quien llevaba la malla líder sufrió el pinchazo del tubo de su rueda delantera. La infortunada avería se dio cuando ingresaban a la Ruta 270 a 8 kilómetros del final.
En ese instante todos los que tenían posibilidades de ganar puestos apretaron el paso, neutralizaron a Ibarra, quien sabiendo que pasaba a ser el nuevo líder se limitó a marcar la rueda de Pedro González (Municipalidad de Rawson), el único que podía vencerlo y, aún a ritmo violento, comenzó a paladear su victoria. Un triunfo que premia su convicción de no especular, de salir a torcer el destino con coraje y fe. Un final no apto para cardíacos. Propio de una producción cinematográfica.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Escribe aquí tu comentario