A menos de dos semanas del inicio del ciclo lectivo, la escuela 114 "Nicolás Lanzillotto" y el Colegio Provincial Chepes, han debido interrumpir el dictado de clases en tres oportunidades como consecuencia de la falta de agua, y todo indica que no serán los últimos.
Entre las autoridades ministeriales educativas que aseguraron que todo estaba en perfecto estado para el inicio del ciclo lectivo y la Municipalidad del Departamento Rosario Vera Peñaloza, a cargo de la provisión del servicio de agua, habrá que buscar a los responsables de esta situación que ya se devoró tres jornadas sin clases impidiendo llegar a la tan ansiada meta de los 180 días de clases, por lo menos en estos establecimientos educativos.
Pérdidas en las conexiones que forman pequeñas lagunas en la calle, justo frente a la torre que contiene los tanques almacenadores de agua; mangueras de conexión de agua envueltas con bolsas de plástico puestas ilusoriamente para evitar pérdidas por pinchaduras; mangueras de conexión con los tanques anulados; piletones en la planta potabilizadora municipal con muy poca cantidad de agua; baja presión en la red distribuidora de agua que impide que el agua suba a los tanques, confluyen en una especie de "combo" pernicioso que da como resultado la falta de agua.
En este cuadro de situación que sirve para desnudar que las autoridades no persiguieron asegurar el buen funcionamiento del edificio, sino el del comienzo del ciclo lectivo a cualquier precio, se suma sin desentonar, la supervisora de la zona V, Rosa Gramajo, que ante la noticia de que los niños fueron despedidos a sus casas por falta de agua, irrumpió en el edificio escolar casi con furia para reclamar y pedir explicaciones a los gritos de tal medida.
De este estado iracundo mostrado por la "súper", no solamente fueron blanco los directivos Inés Nicolía y María Flores, sino que Gramajo también la emprendió con una de las ordenanzas a quien también culpaba -equivocadamente- de la situación, dirigiéndose con gritos y faltas de respeto y órdenes de "cállese la boca", que elevaron el clima de tensión que se había generado.
Lo que Gramajo no quiso tener en cuenta es que fueron los padres quienes enterados de la falta de agua por tercera vez en una semana y media, se hicieron presente en la escuela y procedieron a retirar a sus hijos.
Pérdidas en las conexiones que forman pequeñas lagunas en la calle, justo frente a la torre que contiene los tanques almacenadores de agua; mangueras de conexión de agua envueltas con bolsas de plástico puestas ilusoriamente para evitar pérdidas por pinchaduras; mangueras de conexión con los tanques anulados; piletones en la planta potabilizadora municipal con muy poca cantidad de agua; baja presión en la red distribuidora de agua que impide que el agua suba a los tanques, confluyen en una especie de "combo" pernicioso que da como resultado la falta de agua.
En este cuadro de situación que sirve para desnudar que las autoridades no persiguieron asegurar el buen funcionamiento del edificio, sino el del comienzo del ciclo lectivo a cualquier precio, se suma sin desentonar, la supervisora de la zona V, Rosa Gramajo, que ante la noticia de que los niños fueron despedidos a sus casas por falta de agua, irrumpió en el edificio escolar casi con furia para reclamar y pedir explicaciones a los gritos de tal medida.
De este estado iracundo mostrado por la "súper", no solamente fueron blanco los directivos Inés Nicolía y María Flores, sino que Gramajo también la emprendió con una de las ordenanzas a quien también culpaba -equivocadamente- de la situación, dirigiéndose con gritos y faltas de respeto y órdenes de "cállese la boca", que elevaron el clima de tensión que se había generado.
Lo que Gramajo no quiso tener en cuenta es que fueron los padres quienes enterados de la falta de agua por tercera vez en una semana y media, se hicieron presente en la escuela y procedieron a retirar a sus hijos.
GENTILEZA AGENCIA EL ENDEPENDIENTE
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