Plegaria es la palabra que encajaría justo para la petición realizada en la mañana del miércoles por parte de Roberto Ruartes quién junto con otras 15 personas aproximadamente deben viajar dos veces por semana a la capital provincial a cumplir con su tratamiento de diálisis.
Ruartes planteó públicamente la necesidad de contar con equipamiento para este tipo de tratamiento en nuestra ciudad ya que se hace insostenible el trajín que ellos deben "padecer" los días lunes y jueves cuando son transportados a la capital provincial para poder tener una mejor calidad de vida. El amigo "semita" como lo conoce la mayoría de los habitantes de nuestra ciudad habló en nombre de todos quienes lo acompañan en esta lucha para tratar de conseguir se incorpore al nosocomio local un aparato de diálisis.
Si bien Roberto agradeció al municipio por la combi que les facilita para llevarlos a la capital provincial y a la diputada Saúl por conseguirles la vianda para el regreso, también hizo un llamado para que las autoridades sanitarias y políticas escuchen este reclamo que beneficiaría no tan solo a aquellos que ya están bajo tratamiento sino también a los que lo puedan llegar a necesitar en un futuro.
El conmovido paciente relató que deben salir a las tres y media de la mañana para arribar a la capital a las siete treinta y permanecer durante cinco horas conectados al aparato para salir y subir nuevamente a la traffic en muchos casos descompensados o "desvanecidos" producto del impacto físico que conlleva el tratamiento.
El ministro de salud en diálogo con la prensa en su última visita a nuestra ciudad manifestó que no era posible una sala de este tipo ya que los pacientes necesitan de una UTI (Unidad Terapia Intensiva o Intermedia) a disposición por si existe algún tipo de descompensación. Lo que el funcionario desconoce aparentemente es que estas personas no tan solo no permanecen un tiempo prudencial en la capital luego de someterse a la diálisis sino que suben a un transporte y tienen que recorrer casi 250 kilómetros en ese estado sin la presencia por lo menos de una persona que tenga conocimientos de enfermería ante cualquier situación que se presente como que ya ha sucedido en alguna ocasión.
El desembolso que el estado tendría que realizar para la compra de este tipo de aparatología es de aproximadamente $150.000. Más $60.000 ya que además se tendría que incorporar un sistema de ósmosis portátil para la filtración del agua que se requiere y un pequeño grupo electrógeno por cualquier inconveniente con el suministro de energía que no supera en el mercado los $20.000. La pregunta es si $230.000 que sería el monto final aproximado le generaría un descalabro económico al estado provincial como para negarse a solucionar lo planteado por estos pacientes que ruegan "un milagro de dios".
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